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Natura Futura: una apuesta por la arquitectura contextual

Ítalo Calvino expresó que las ciudades son un conjunto de muchas cosas como memorias, deseos o signos de un lenguaje. Natura Futura es un estudio de arquitectura que ha sabido interpretar lo que comunican los entornos y sus habitantes, para armar proyectos o crear espacios a través de una comprensión más detallada de la sociedad.

Este proyecto nacido en el 2014, es actualmente liderado por José Fernando Gómez, su fundador, cuyas habilidades se han enfocado en la participación activa junto a diversas comunidades en el Ecuador. Su trabajo se destaca por el valor que otorga a un diseño de índole contextual, donde la interpretación del ambiente se vuelve un requisito implícito. No obstante, no pierde de vista el factor humano, comprendiendo el aspecto emocional de sus pobladores o residentes, sus prácticas y costumbres.

Contemplar para crear

En un mundo moderno, donde la estética y belleza deben primar, para José hay tres ejes que moldean su visión: la experimentación, innovación y el acomodarse a la inteligencia local, porque al final se trata de buscar aportes para que los demás puedan crecer.

José Fernando: Desde la academia, nos han enseñado a ver la estética como el fin, pero sentimos que siempre que haya un orden y una lógica, se va a ver bello. Cuando hablamos de habitabilidad, el orden es fundamental. Primero nos organizamos con lo que tenemos a la mano y revisamos los materiales que nos da la ciudad o que podemos encontrar en el ambiente.

En Natura Futura se colabora, a la par con entidades y organismos nacionales e internacionales, en proyectos integrales que ya tienen grupos focalizados. Como arquitectos, ellos aportan su conocimiento y actúan como intermediarios en el proceso, por lo que prefieren trabajar con fundaciones organizadas. Uno de los proyectos más recientes, «Las Tejedoras», se realizó junto a la Fundación Young Living para crear un centro productivo que genere empleo y propuestas artesanales para las madres de familia en Chongón. Se aliaron con ellos y tradujeron su visión en diseño, materiales y metodología de trabajo.

En cuanto a sus prácticas sustentables, José nos indica que en la región de Babahoyo, donde actualmente reside, cuentan con recursos locales como ladrillos, bambú, caña y hierro reciclado, lo que permite la creación de estructuras híbridas mediante el uso del ingenio y la creatividad. Otro aspecto notable, es la transferencia de saberes que realizan mediante talleres y prácticas manuales que pueden regenerar las comunidades locales.

Responsabilidad con el entorno

Al comenzar a trabajar con cualquier comunidad, primero llevan a cabo una lectura de las problemáticas del lugar, para luego reconocer cómo se ve afectada la población y colaborar activamente con aquellos que habitarán el ambiente armado. Este movimiento inicial es clave, puesto que de lo contrario no habría un sentimiento de apropiación y bienestar general.

Para este colectivo de arquitectos es complejo crear modelos genéricos que carezcan de una identidad propia y no contemplen las necesidades específicas de cada comunidad. Por lo tanto, se guían por una dirección de obra que les permite cooperar de la mano con los futuros habitantes. De esta forma, no solo se logra una construcción funcional y estética, sino también se asienta una plataforma en donde todos se sientan cómodos y en armonía. José considera que, si se habla de que la contextualidad es igual a la responsabilidad, sería un acto irresponsable plantear cualquier proyecto dentro de un sistema urbano o rural sin tomar en cuenta eso.

JF: Entendemos las necesidades porque vivimos y somos de acá. La idea es poder ver qué se tiene a la mano, qué nos brinda el territorio como solución o alternativa desde los materiales, el medioambiente, sus aspectos climáticos o sus condiciones de vulnerabilidad.

Dentro del complejo engranaje que conforman las comunidades, existen diversas organizaciones que se dedican a cubrir sus necesidades. Natura Futura se inserta en ese mecanismo integral para contribuir al desarrollo de las mismas. No lo hacen desde una perspectiva de «salvadores», sino que buscan generar crecimiento en cada una de ellas.

La Balconera / Natura Futura ©

Además, reflexiona que a pesar del entusiasmo que puede generar el ser arquitectos jóvenes, es importante tener en cuenta que si falta una investigación, comprensión del entorno y experiencia o se desconocen las complejidades sociológicas, esto puede ser muy peligroso. No se trata de una moda o una tendencia, sino de un compromiso real y consciente con el bienestar de todos, por lo tanto, es necesario tener una lectura profunda y una comprensión holística de las necesidades de cada persona para poder aportar soluciones adecuadas al igual que sostenibles.

Este arquitecto también nos invita a cuestionarnos la mala concepción que tenemos o entendemos por “comunidad”, ya que esta no se limita únicamente a las partes rurales o sectores periféricos. Él considera que incluso en trabajos de equipamientos privados, se puede generar un sentido comunitario que contribuya al desarrollo colectivo. Como ejemplo de esto, se tiene al gimnasio Bardales, ubicado en medio de Babahoyo, que muestra que una construcción privada puede relacionarse con una comunidad. Esta vinculación no se limita a un sector vulnerable, sino a cualquier persona que necesite elementos específicos para su desarrollo colectivo. En este sentido, es importante adoptar una perspectiva amplia e inclusiva que lo abarque todo.

Por otro lado, durante un taller de construcción con bambú denominado “el Triángulo de las Verduras” en Nayón- Quito, se trabajó con pacientes que recibían tratamiento para la esquizofrenia. Este paso fue vital y dejó muchas enseñanzas al trabajar con círculos marginados o que no encajan dentro del mercado laboral. Al incluirlos en el proyecto se los dignifica e inserta dentro del aparato social.

Observatorio de Santay: navegando por la historia

Natura Futura ha formado parte activa de varios proyectos, sin embargo, hay uno que a José le generó muchas reflexiones, dudas e incluso miedo en el proceso: la movilización del Observatorio de Santay.

Luego de haber armado un equipamiento flotante en Babahoyo, recibieron una llamada solicitando la creación de un centro comunitario en la isla Santay, zona protegida en donde la construcción no estaba permitida. Por lo que, con el objetivo de fabricarlo, se necesitaba un conocimiento estatal importante en ingeniería marítima. Es ahí donde tomaron la decisión de volver a crear una composición en Babahoyo y se inspiraron en la historia, para dejar una enseñanza tangible al igual que vivencial. La idea era llevar este centro navegando por el río, creando una conexión única entre el diseño y el movimiento. En la primera navegación, el equipamiento flotante de madera con tanques y dos canoas, tardó casi treinta horas en llegar a su destino, mientras los trabajadores continuaban laborando en el camino.

La realidad era que había mucho trabajo invertido y dinero en juego, por lo que se debía tener cuidado y controlar cualquier situación que pudiera poner en riesgo el éxito del proyecto. A lo largo del viaje, se detuvieron en varios pueblos, donde la gente se tomó fotos e interactuó con este montaje, pero al llegar a Guayaquil se debieron considerar aspectos como la marea fuerte y la amenaza de piratas. Finalmente, lograron ubicar a esta estructura flotante donde se ha quedado hasta la actualidad. Este proceso de reflexión es importante para el sector arquitectónico ecuatoriano y demuestra que la construcción flotante es una opción viable tanto como creativa para conectar a las personas con lo natural.

Un futuro más artesanal

Actualmente, en Latinoamérica existe una voluntad gubernamental por el desarrollo rápido y acelerado en las urbes. El mundo entero se está volviendo menos artesanal. Para José es importante que las áreas urbanas y rurales se reinventen, con el fin de apostar por un modelo más relacional y participativo. En cuanto a los arquitectos jóvenes, considera que es necesario que posen su mirada en sus casas, en su cotidianeidad o en los lugares seguros donde crecieron.

JF: En la universidad nos enseñan a diseñar aeropuertos o terminales terrestres, pero ningún profesor nos pide ir a las casas y diseñar el espacio donde se vive. Una gran mayoría de los estudiantes son foráneos, pero siempre se quedan en las ciudades grandes buscando una oportunidad.

La visión de Natura Futura es admirable e inspiradora. Al entender y respetar el sector en el que trabajan, han logrado crear proyectos que son esencialmente bellos, además de funcionales y sostenibles. Su compromiso social con las comunidades, les permite crear espacios que realmente satisfacen sus necesidades y mejoran sus vidas. En un mundo donde la arquitectura a menudo se trata como una industria impersonal, su filosofía es un recordatorio de que la construcción no solo es un arte, sino también una responsabilidad.

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