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Amal Nader: la cocina es un acto de amor
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Desde que tuvo conciencia supo que la cocina y ella guardaban una íntima relación. De niña soñaba con formar parte de las preparaciones en casa, pero su madre no se lo permitía aduciendo a su corta edad y a aquello de que las manos se iban a dañar. Sin embargo, con ojos curiosos y una mente ágil, guardó en su memoria ingredientes, mezclas, olores y sabores.
Un desafortunado giro del destino hizo que aquel anhelo de aprender de la gran cocinera que era su madre se truncara al fallecer ella muy joven. Luego de esta trágica partida, al padre de Amal lo embargó una enorme tristeza y su hija para animarlo le empezó a cocinar. “Igualito al de tu mamá” le felicitaba él cada vez que le presentaba un plato y ella recibía el halago más grande que le pudiesen hacer.
Fue este el impulso final para que se adentrara definitivamente en el que siempre supo que sería su mundo. Hoy, después de más de 50 años desde que llegó al Ecuador, ha logrado fusionar diferentes culturas, concretar proyectos y crear deliciosos manjares, teniendo siempre como base al ingrediente más poderoso de todos: el amor.
Su llegada al Ecuador
Su relación con el Ecuador no es casualidad, su madre, ecuatoriana de nacimiento e hija de emigrantes libaneses, viajó al Líbano desde pequeña y al crecer conoció a su padre y se quedó allá. Amal llegó al Ecuador en su juventud, invitada por sus familiares.
Amal: Viví una infancia muy feliz en el Líbano, junto a mis papás y hermanos. Nos tocó vivir la partida de mi madre muy temprano, lo cual fue demasiado triste. Vine al Ecuador por primera vez a los 16 años y luego de un año y medio regresé al Líbano. El matrimonio me hizo venir de nuevo, mi esposo es libanés, él fue a pedirme matrimonio, nos casamos allá y decidimos venir y establecernos en el Ecuador.
La Taberna Libanesa
Fue uno de los restaurantes más visitados y ponderados en Guayaquil, tanto por locales como por extranjeros, durante sus años de funcionamiento. Entre risas, Amal comenta que hasta hoy recibe llamadas para reservas en el local físico.
A: Comencé con el trabajo de buffets de comida libanesa de sal y dulce para eventos pequeños y con el tiempo me fui haciendo más conocida. Siempre tuve el sueño de abrir un restaurante y muchas amistades y clientes me pedían que lo hiciera. Esto me impulsó y así fue que iniciamos el proyecto con mucho éxito y logramos varios reconocimientos.
Tuvimos el restaurante por nueve años, pero se convirtió en demasiado trabajo y decidimos cerrarlo, estaba muy cansada. Ahora continúo trabajando desde casa, con el servicio de catering y con delivery.
Sabiduría de generación en generación
En la cultura libanesa, como en la ecuatoriana, la comida significa familia, amigos, unión, tiempo de calidad y lecciones de vida. Todo en una familia libanesa y ecuatoriana gira en torno a ese momento en el que las personas se sientan alrededor de una mesa y disfrutan de sus platos típicos.
A: Las tradiciones son parte de nuestra historia y de quienes somos. La cocina es la manera más tangible de continuar con las costumbres. Nos acercan a nuestros padres y abuelos, y esa es la lección que debemos transmitir. También es una manera de mantener el legado de las personas. Rescato esta misma característica de los libaneses en la cultura ecuatoriana, esta fue una de las razones por las que amé al Ecuador desde el comienzo.
Amal ha transmitido su legado a su familia cercana, tanto a sus hijos como a su nuera.
A: Constantemente estoy transmitiendo mis conocimientos a nuevas generaciones, por ejemplo con mi nuera Magarita. A ella le encanta cocinar y ahora hace los dulces perfectos y lo más importante es que lo hace con amor. Para mí cocinar es definitivamente un acto de amor.
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