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Claudia Fuentes: una vida atravesada por la ilustración

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La escritora ecuatoriana Yuliana Ortiz, escribe, «solo quiero ser una mujer pero soy cientos de ellas», y este verso sirve como fundamento para concebir la obra de varias artistas, entre ellas, Claudia Fuentes. Una ilustradora cubana para quien la corporalidad de la mujer regresa como una imagen recurrente que, se podría decir, constituye el núcleo de su creación artística.

A través de sus ilustraciones, Claudia juega con la desproporcionalidad para celebrar la diferencia y comprende la ternura como ese medio de expresión firme que determina la trascendencia de su obra artística.

Pa’ lante

De su infancia en Cuba, recuerda a su bisabuelo, quien para ayudar económicamente a su familia vendía un periódico humorístico titulado Palante. A pesar de que no se producía en grandes tirajes siempre llevaba uno a casa para su bisnieta porque sabía lo mucho que le gustaban los dibujos. Ahora este objeto del recuerdo le acompaña en la mesa de su estudio en Ecuador, en el cual mantuvo una conversación muy cálida con Revista Inhaus.

Su interés por la ilustración inició de manera reciente, hace aproximadamente tres años, como una manera de encontrarse a sí misma. Poco a poco vio surgir su estilo, junto a una respuesta muy positiva de los usuarios del mundo digital.

Actualmente, Claudia fue designada embajadora del arte y la cultura en el Azuay por el Gobierno Provincial. También ha sido parte de diversos proyectos conjuntamente con organizaciones como el Fondo de Población de las Naciones Unidas, ONU Mujeres, Asociación de Mujeres Waorani Okienani de Orellana, Casa de la Cultura de Azuay, entre otros.

Creāre

Las palabras, como herramientas humanas, cumplen una función similar al verbo “crear”. Delimitan lo transparente e inexistente, convierten el vacío en materia o sensación que pasea por el aire y su presencia es innegable. Como psicóloga de profesión, Claudia cree en los poderes terapéuticos del dibujo y en las imágenes como un medio de expresión y encuentro profundo del ser.

Al escucharla se percibe la decisión de utilizar la palabra “creador” en lugar de “artista” y esto es porque el vocablo de origen latino “crear” se encuentra en su subconsciente con intensidad.

Claudia: Durante mi infancia y adolescencia nunca me creí capaz de crear algo. Cada quien tiene su historia de vida, pero yo nunca creí que podía usar esa palabra en una oración en donde estuviera incluida. Después comprendí que todos somos capaces de crear.

Claudia concibe la esfera privada, desde la cual la emoción se transforma en boceto, como elemento fundamental para la recepción de la obra por parte de quien la mira. Como una apasionada del llanto, se maravilla con aquellas piezas de danza o teatro que permiten, sin palabras, tocar fibras sensibles. Para ella un artista conectado consigo mismo es quien puede realmente llegar al otro.

Echar raíces

La ternura y la fuerza parecen términos aislados, pero en la actualidad varias luchas sociales han reivindicado las cualidades de lo tierno como métodos combativos para transitar la vida. En esta artista se encuentran muy presentes estas facultades, como migrante, señala la dificultad de dejar su vida atrás y asentarse en un nuevo país con una nacionalidad que tiende a ser muy estigmatizada.

Aún así define al Ecuador como un paraíso que le ha permitido desarrollarse en ámbitos en los que nunca antes se hubiese imaginado trabajar. Como la portada del libro Yeguas y terneros de la escritora Julia Rendón, publicado por La Caída Editorial o en el branding de marcas a través del diseño gráfico.

Una de las ramas que recuerda con mayor alegría es el diseño textil, a través del cual realizó una colaboración con la tienda de diseño, Anacleta Coqueta y con el grupo de tejedoras de Gualaceo, Tejemujeres. Señala el regalo que representa que mujeres con una realidad socioeconómica diferente y de edades distintas comprendieran ilustraciones caracterizadas por la desproporcionalidad de los cuerpos y consigan plasmarlas a la perfección en un telar.

Claudia asume cada reto con ternura y, a pesar de las dificultades, sus raíces se encuentran presentes en el Ecuador con fuerza. Es muy destacable su interés por una vinculación con las distintas comunidades ecuatorianas y su constante actitud de agradecimiento.

 

 

 

¿Para qué ilustrar?

Aunque no ocurre con otras profesiones, el ámbito artístico siempre se encuentra ligado a la duda sobre la necesidad de su existencia y funciones. Esto puede deberse a un entorno social y político en el que la educación artística y cultural se coloca como un placer para pocos y no como un derecho del conocimiento.

Al preguntarle a Claudia si la ilustración es imprescindible, esta fue su respuesta:

C: No creo que me toque a mí decir que la ilustración es imprescindible y necesaria en el mundo, pero sí ha sido extremadamente importante para conocer nuestra historia y quiénes somos. Si algún día alguna persona, dentro de decenas de años, ve una ilustración mía o de cualquier otro artista va a poder comprender un poco lo que sentíamos en este momento y lo que estábamos viviendo. Se quiera o no, estamos enmarcados en un contexto cultural, político, social, económico y eso, de una forma u otra, se manifiesta en nuestras creaciones. No creamos de la misma manera que se creaba hace 80 años atrás.

¿Qué mensaje transmitirá la obra de Claudia a las futuras generaciones? Quizás la respuesta será una especie de espejo que refleje detalles de la sociedad actual como la lucha de las mujeres, la experiencia del cuerpo en procesos como la migración y la calma de los momentos contemplativos.

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