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Leonardo Finotti: la luz en medio de las formas
La escritora Susan Sontag indaga en el mundo de la imagen a través de su ensayo “Sobre la fotografía” y plantea que los fotógrafos se convierten en una suerte de héroes de la visión, porque manifiestan una determinada sensibilidad. Estos logran emprender safaris culturales, sociales y científicos en búsqueda de momentos sorprendentes y capturan el mundo mediante su visión activa, adquisitiva, valorativa y gratuita. En la arquitectura, la fotografía permite insertarse en espacios que a la vista permanecen ocultos y revisarlos a través de un lente que magnifica por medio de la luz y sombra, lo que se esconde al ojo.
Por más de 25 años, el fotógrafo brasileño y artista visual, Leonardo Finotti, graduado en Arquitectura y con un posgrado en la Fundación Bauhaus Dessau (Alemania), ha centrado su carrera en dos temas interrelacionados. Explora de forma rigurosa la arquitectura moderna y también los espacios urbanos anónimos o informales.
Después de trabajar en Portugal con otros destacados miembros del gremio, emprendió un proyecto de relectura del modernismo global al regresar a Brasil. De igual forma, participó en exposiciones y proyectos personales como Pelada (2014) y Green- could (2019). Su trabajo se ha exhibido en importantes instituciones y ha representado a Brasil en varias bienales de arquitectura como la de Venecia. Además, se destaca su participación en la exposición «Latin America in Construction: Architecture 1955-1980» en el MoMA de Nueva York en 2015.
Conversamos con Leonardo, para conocer más de cerca su labor y comprender de qué manera su visión impregna las imágenes que realiza.
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¿Cómo empezó tu vínculo con la fotografía?
Leonardo: Todo fue muy orgánico. Cuando empecé a estudiar Arquitectura, tenía una clase de fotografía y me dijeron que estaba bien lo que hacía. Fui alguien curioso y tenía un profesor que era muy apasionado. Hice el curso como oyente y después, matriculado, creamos una energía creativa juntos. Él me enseñó mucho y al final de cinco años inventando proyectos, era más fotógrafo que arquitecto. No es que yo quería serlo, sino que me apasioné por algo y esto me contaminó.
El arquitecto Le Corbusier afirmaba que «La arquitectura es el encuentro de la luz con la forma», ¿cómo logras plasmar este concepto a través de tus fotografías?
L: Creo que este concepto se aplica muy bien en mi trabajo. Mi fotografía se construye a través de ejes y perspectivas en las que la luz es el elemento generador de la geometría. Mi desafío es crear volumen con ángulos planos. Mientras la fotografía en el norte de Europa, donde la luz en general es bastante plana, crea la idea de esculturas anónimas; por otro lado, en América Latina, con su luz fuerte y dura, la arquitectura tiene la oportunidad de transformarse en esculturas solares.
¿Qué opinas de la siguiente afirmación: la fotografía de la arquitectura puede ser deshumanizada?
L: No estoy de acuerdo con esa afirmación, creo que la arquitectura solo tiene sentido a través de las relaciones con las personas, pero eso no necesariamente tiene que ser explícito. En mi trabajo la cuestión de la proporción es fundamental y eso me hace evitar poner a las personas en primer plano y no deshumanizarlas. Muchas veces los espacios sin personas, visualmente los propios objetos, como una simple silla, nos permiten entender la escala de un sujeto sentado en ese lugar a pesar de estar vacío. Otro punto sería estar en lugares y observar el flujo, pero naturalmente se deben tomar decisiones sobre si las personas aparecerán o no en las imágenes de forma natural y no orquestada. Algunas veces una casa privada no estará ocupada durante una sesión de fotos, pero cuando vaya a fotografiar un parque probablemente querré programarlo para un fin de semana.
¿De qué manera captas la relación del entorno con la imagen que capturas en tus fotografías?
L: Creo que la relación entre la arquitectura y su entorno es fundamental en un ensayo fotográfico. La mayoría de la gente se acerca a la arquitectura a través de imágenes y los fotógrafos tenemos el verdadero privilegio de no solo visitar edificios sino experimentarlos durante varias horas o días. Este tiempo en el sitio nos permite reflexionar sobre el espacio, por lo que se puede generar el interés de las personas por visitar estas infraestructuras y solo así tener una experiencia espacial real. La fotografía de arquitectura siempre será una interpretación de un lugar y la calidad de un fotógrafo reside en la identidad de su mirada.
Tu trabajo abarca tanto la exploración de la arquitectura moderna como la investigación de espacios urbanos informales. ¿Cómo encuentras el equilibrio entre estos dos temas complementarios en tu obra y qué te motiva a explorar ambos?
L: Mi labor profesional es principalmente fotografiar arquitectura contemporánea de calidad, lo que me permite dedicarme a una reinterpretación de la arquitectura moderna y también del crecimiento desordenado de las ciudades. Si bien el registro de la arquitectura contemporánea es la construcción de la memoria futura, me di cuenta de que la principal diferencia entre un país desarrollado o no es el cuidado de su memoria. A partir de ahí, decidí desarrollar esta investigación sobre el modernismo en América Latina. En un segundo momento me interesé por espacios informales donde la ciudad no estaba diseñada y a través de mi construcción visual pude organizar estos espacios.
En el proceso creativo, ¿prefieres planificar meticulosamente cada toma o buscas momentos espontáneos para capturar la autenticidad de los lugares que exploras? ¿Cómo encuentras el equilibrio entre la planificación y la espontaneidad en tu trabajo fotográfico?
L: Creo que la luz es el hilo conductor de cualquier proyecto fotográfico y arquitectónico, ya que un objeto inanimado anuncia un movimiento durante el día que varía según su geografía y época del año, y quizás Ecuador sea el lugar con menor variación. En mis trabajos por encargo tengo la oportunidad de dedicarme más a un proyecto arquitectónico y mis trabajos de autor generalmente son más panorámicos donde se aborda un tema en profundidad, pero no necesariamente en torno al mismo edificio y muchas veces aprovechando viajes de otras agendas.
En tu exploración de espacios urbanos anónimos o informales, ¿cómo seleccionas los lugares a fotografiar y qué aspectos te atraen de estos entornos menos convencionales?
L: Generalmente, son conceptos demostrados a través de la fotografía. Por ejemplo, tengo una serie que se llama “Pelada” donde relaciono las canchas de fútbol de las afueras de São Paulo con la falta de espacios públicos. Empecé a coleccionar estas imágenes mientras volaba en helicóptero para elaborar algunos trabajos y eso justificaba imágenes aéreas. La primera foto la hice en 2007 y fue solo a raíz del Mundial de Brasil que se generó interés en este proyecto, cuando el editor Lars Müller me invitó a publicar mi primer libro con él: “Futebol – Urban Euphoria in Brazil”. En 2019 me invitaron a hacer una exposición en Harvard relacionando los templos de Candomblé con las áreas verdes de la ciudad de Salvador en Bahía.
Finotti tiene una visión fotográfica intensa y, como establece Sontag, se deja hechizar por el objeto, en su caso, por el detalle de las edificaciones que retrata. Su técnica se amolda a los espacios y apresa al mundo con sus aristas bajo un encuadre estático. A la par, destaca el poder de la luz, la geometría y la relación con la forma en la creación de imágenes que construyen tanto la memoria futura como una identidad particular.