Contácto

Un mano a mano con, Gladys Eljuri & Andrés Álvarez

 

«Soñar con visión, trabajar con propósito, crear con libertad y vivir a profundidad»

Creativos, divertidos, espontáneos; los visitamos en uno de sus más recientes emprendimientos: Mansión Matilde, un bar restaurante ubicado en el segundo piso de la Casa del Parque en el Centro Histórico de Cuenca. Risas sinceras, conceptos claros, historias y anécdotas épicas. No hemos conocido antes a dos personajes tan parecidos y tan diferentes entre sí. Madre e hijo nos cautivaron con su relato acerca del desarrollo de este espectacular proyecto (Mansión Matilde), de su situación durante la pandemia y de cómo su propósito de vida y su pasión se vieron reflejados más que nunca en tiempos de adversidad.

 

Una descripción mutua

Gladys. Con Andrés coincidimos en muchas cosas, especialmente en la sensibilidad, en el buen gusto, en el disfrutar de cosas elementales. Es un chico bondadoso, inteligente, generoso al máximo, piensa más en el resto que en él.

Andrés. Con mi mami nos gusta disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, de la esencia de cada momento, de lo básico, de la naturaleza, las plantas, las flores, los colores. Somos dos personas muy sensibles, parecidas, pero distintas al mismo tiempo. Ambos somos soñadores y creadores a nuestra manera.

 

 

La creatividad en sus distintas presentaciones

 

¿Cómo describirían su personalidad en el trabajo?

Gladys. Creo que Dios me dio un don y es el de la resiliencia, el de poder salir adelante en tiempos de crisis, en momentos de tristeza. Por ejemplo, cuando mi padre murió, sentía tanto dolor que decidí hacer algo para enfocar mis pensamientos de manera diferente y se me ocurrió abrir una tienda de venta de jabones y accesorios para tocadores, así nació “Secretos para el Baño” que hoy es una cadena grande que está en todo el país; me ha pasado lo mismo con muchos proyectos, con las construcciones de casas, apertura de tiendas, creación de nuevas cadenas, este mismo proyecto donde estamos hoy, Mansión Matilde, se hizo en un momento duro, de tristeza, en medio de la pandemia; así que pienso que en mi trabajo soy una persona creativa pero estructurada, fuerte pero sensible. Soy extremadamente inquieta y me gusta rodearme de un equipo que me complemente, de personas leales, con una mística de trabajo como la mía, que estén dispuestos a aprender y a comprometerse, a hacer su trabajo con excelencia.

Andrés. Yo siempre me he considerado una persona creativa, de aquellas que crea con total libertad, que no se apega en ese sentido a las reglas. Me gusta inspirarme en temas puntuales para desarrollar conceptos con más facilidad, soy muy bueno investigando, estructurando ideas a partir de un concepto, de una inspiración, así funciona mi cerebro en lo profesional y es mi manera de ejecutar las ideas. Mi mamá es definitivamente más estructurada, igualmente creativa, pero tiene una capacidad de ejecución que yo al ser más libre a veces no la tengo tanto. Es algo que siempre he admirado de ella, esa capacidad de hacer realidad todo lo que se propone sin importar lo enorme o imposible que parezca.

 

 

Su amada Cuenca

Es evidente que le tienen un cariño enorme a su ciudad, ¿qué es para ustedes la identidad y el sentido de pertenencia y por qué es tan importante en su vida?

 

Gladys. Para mí la identidad es una parte fundamental de mi vida que ha estado marcada desde mi infancia por una mezcla de genes libaneses, azuayos, guayaquileños, cañarejos que con mucha honra los llevo siempre, con orgullo y altivez. Sin embargo, la identidad que más me marca ha sido la de la cultura popular de mi ciudad y provincia, a la que tengo enorme respeto y un amor profundo, por ello en cada actividad que he realizado, he tratado de rescatarla y promoverla, por ejemplo cuando venían los agentes de viajes internacionales y los compradores del producto turístico Ecuador a la Bolsa Internacional de Turismo, o mediante el Ministerio de Turismo o la Fundación Municipal de Turismo, les invitaba a Cuenca, y aquí les mostraba mi ciudad, les hacía vivir experiencias únicas recreando las tradiciones como el Pase del Niño, el Septenario, el Carnaval, la Semana Santa. Ellos regresaban encantados e incluían a Cuenca en sus paquetes y recorridos. Mi ciudad es parte de mí, diría que en vez de corazón tengo el escudo de Cuenca en el pecho.

Andrés. Yo he tenido la oportunidad de viajar mucho en mi vida, de estudiar afuera desde muy chico. Estuve bastante tiempo en Londres, en Boston, en Costa Rica y mientras estaba allá decía: “no sé si quiero regresar a Cuenca”, pero bastaba con llegar a mi ciudad para amarle y descubrirle una y otra vez. No hay nada como mi ciudad, es una ciudad a la que le puedes caminar y recorrer a pie, en donde tienes todo tan cerca, donde todo es fácil y de alguna manera mágico, con una energía espectacular. Me siento privilegiado de haber nacido en esta ciudad.

 

Hablemos sobre Mansión Matilde

 

La historia de la casa.

• Esta casa fue de propiedad de la Señora Hortensia Mata Lamotta y de su marido Carlos Ordoñez Lasso; fue construida para su familia alrededor de 1.880.

• La construcción estuvo a cargo de los arquitectos franceses René Chaubert, Giuissepe Majón y del latacungueño Cornejo.

• Se trata de un inmueble de singular belleza, por su ubicación, su distribución de espacios y por la decoración basada en pinturas murales y papeles tapices importados.

• Esta casa llegó a ser el centro de importantes acontecimientos y el lugar en donde se hospedaban los visitantes más ilustres que llegaban a la ciudad.

• Por mucho tiempo la casa estuvo en manos de los herederos de los Ordóñez Mata hasta que a mediados de los años 90, fue adquirida por Antonio Álvarez y Gladys Eljuri, otorgándole un usufructo a la dueña de ese entonces hasta su fallecimiento.

• La idea inicial fue la de instalar un Museo de la Perfumería y las oficinas de Las Fragancias, sin embargo, decidieron abrir el sitio al público a través de la creación de un centro gastronómico que contribuya a la revitalización del centro histórico de Cuenca.

• Hoy en día La Casa del Parque en general y Mansión Matilde en su segundo piso, cuentan con una oferta muy interesante de gastronomía, con una propuesta atractiva de alimentos y bebidas para personas de todas las edades y con todos los gustos, lo que se ha convertido en tendencia entre cuencanos y turistas.

 

 

La restauración

El proceso de restauración duró muchos años y se dio en dos fases: la primera fue la de rescate estructural y de techos y la segunda tomó aproximadamente tres años, desde el 2017 hasta el 2020, y se centró en rescatar la mayor parte de aspectos originales de la misma, respetando toda la normativa que rige el patrimonio, desde la arquitectura, materiales y aspectos decorativos además de instalar modernos sistemas de acuerdo a los tiempos actuales.

 

Los Salones de Mansión Matilde

Se ha aprovechado el magnífico ambiente para cuatro espacios que abarcan igual número de líneas de producto: El Restaurante “El Preferido de Matilde” que ofrece una deliciosa gastronomía fusión, la Sala de Té “Turquesa” con su servicio de té inglés por las tardes, el Bar “1880” que sirve los mejores tragos clásicos y los Salones de Eventos: “De de los Tratados” y “Salón Diplomático” que pueden atender de 2 a 50 personas y que forman un conjunto único de servicios dirigidos a un público que prefiere un ambiente formal, con excelente servicio y una
gran calidad de alimentos basados en la combinación de los mejores productos locales y de finos artículos que vienen de otras latitudes.

 

Su decoración y ambientación

Gladys Eljuri es la diseñadora directa de los espacios y gracias al apoyo de su equipo de ejecutivos y creativos ha logrado plasmar su sensibilidad para la decoración, heredada según explica, de su madre Olga Antón. Los principales elementos decorativos se han buscado en lugares especializados de Estados Unidos y de Europa, por ejemplo, el papel tapiz y las vajillas se adquirieron en Inglaterra (la vajilla viene de la Casa Royal Albert), la platería y muchos objetos de arte han sido comprados en anticuarios de New York y California, además de otros muebles y antigüedades de su colección personal, que los ha destinado a este proyecto.

 

 

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